El Adelantado de Segovia -4 febrero, 2021
Se acaba de publicar ‘La utopía de Segovia’, un interesantísimo libro donde el autor, Jesús Fuentetaja, describe con autoridad de forma rigurosa y bien documentada el intento frustrado de convertir Segovia en una Comunidad Autónoma Uniprovincial. Fue un intento frustrado pero emprendido en defensa propia, y lo que es evidente, como dijo Pedro Altares, es que “el caso de Segovia no era para reírse. Si acaso, para meditar”.
Hay que resaltar que el libro cumple con creces el objetivo primordial que se marca en la introducción: cubrir la carencia de información sobre aquellos sucesos. Por eso es muy de agradecer este trabajo porque desde 1981 hasta hoy, ha habido un silencio absoluto sobre aquella aventura que el autor define como utópica. Lo que sucede es que el tiempo ha demostrado que Lamartine tenía razón cuando afirmaba que “las utopías son a menudo verdades prematuras”. Pero lo cierto es que dos generaciones de segovianos desconocen aquellos hechos en los que se negó a sus padres y abuelos la posibilidad de decidir por sí mismos. Por ello, parece muy conveniente que aparezca un estudio serio, preciso y minucioso, de todos los acontecimientos de aquella época, para que puedan tener una opinión al respecto.
Los comuneros del s.XVI intuyeron que se iba a sacrificar Castilla a unos intereses que no eran los suyos y por eso se negaron a someterse al capricho del rey. De igual manera hace cuarenta años, como nuevos comuneros, una gran mayoría de los concejales de la provincia de Segovia se negaron a someterse al capricho de los partidos políticos. Pienso que estuvieron acertados al no aceptar las consignas de los partidos políticos y actuar de acuerdo con lo que creían honestamente que era mejor para Segovia y para las personas que representaban. Porque lo que demandaba Segovia -según recuerda el autor-, era tiempo para pensar y es lo que se negó con el acuerdo de las dos formaciones políticas más importantes, por las prisas en cerrar de una vez por todas y cuanto antes el mapa autonómico del Estado español.
En el libro se afirma que si no hubiera habido esas prisas y se hubiera esperado a la sentencia de la Audiencia Territorial de Madrid, Segovia habría logrado reunir los dos requisitos exigidos por el art.143.2 de la Constitución para poder llegar a constituirse en Comunidad Autónoma Provincial: más de 2/3 de los ayuntamientos (178 sobre 203) y la mayoría del censo electoral de la provincia (50,69%). Pero no pudo ser. Otra cosa hubiera sido si se hubiese hecho caso de la recomendación de Salvador Bernal : la inmersión de nuestra provincia en una u otra región requiere serenidad en la información, tiempo para la sedimentación y calma en el resolver; pero sobre todo oír a los afectados, ya que la decisión definitiva en relación con su incierto futuro debe ser materia de su privativa competencia.
Y hoy estamos como estamos. Todo el mundo puede sacar sus propias conclusiones, respetables todas porque, como es natural, entiendo que todo el mundo quiere lo mejor para su tierra. No sabemos lo que podría haber sido de haber tomado otra decisión (no se puede afirmar que algo es mejor si no ha sucedido), pero lo que es evidente es que estaríamos decidiendo nosotros mismos nuestro desarrollo y nuestro progreso. Debo confesar que nunca he sido un entusiasta de las autonomías y además creo firmemente que los derechos de los ciudadanos están antes que los derechos de los territorios. Por eso envidio a La Rioja, a Madrid, a Murcia, a Asturias, a Navarra y a Cantabria, porque tienen más posibilidad de ser los dueños de su futuro.
También me gustaría decir que me ha parecido impecable la carta que Carlos Gila dirige a Jesús Fuentetaja y también me parece perfecto que este la sitúe al inicio del libro. Me parece impecable porque demuestra que Carlos Gila fue un segoviano entusiasta y un enérgico luchador en defensa de los intereses de Segovia. De él aprendí a poner a Segovia por encima de cualquier otra consideración y a no tener obediencia ciega a los partidos (lo que me granjeó la enemistad de algunos pero el respeto de muchos más). Siempre le tuve un gran afecto y guardo un espléndido recuerdo. Tengo muy presente la última conversación que tuvimos, cuando hablamos de todo y como siempre con la mayor sinceridad, antes de que la enfermedad se mostrara con toda su crudeza. Y también me parece perfecto situar esa carta al inicio del libro, porque es una forma entrañable por parte de Jesús Fuentetaja de hacer un gran y sentido homenaje a un segoviano digno y valiente que merece permanecer en nuestro recuerdo de una forma destacada.
Y para concluir, quiero manifestar lo gratificante que ha sido leer y recordar intervenciones y opiniones de insignes segovianos como nuestro añorado Manuel González Herrero, Salvador Bernal Martín de quien conservo sabrosas anécdotas, José María Herrero, ex alumno marista como yo y ejemplo de buena persona, Modesto Fraile, Carlos Gila, Rafael de las Heras… y de la buena gente de Comunidad Castellana que quiero personificar en el siempre amable Carlos Arnanz.
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