martes, 25 de noviembre de 2014

¿Hablas español o hablas castellano? Conoce cual es tu verdadero idioma

[Centro de Estudios Castellanos: Fuente: ABC: 25-11-2014.]

La Constitución de 1978 establece el castellano como lengua oficial de España, pero ¿Qué término es más recomendable utilizar?

AITOR SANTOS MOYA / MADRID  Día 25/11/2014 - 10.30h

Nuestro idioma es un decisivo generador de riqueza

Dentro del mapa de preguntas típicas que un turista recibe casi instintivamente no puede faltar aquella que haga referencia a las expresiones que el propio consultado maneja. «Do you speak english?», «parlez-vous français?», «sprechen Sie Deutsch?», «¿habla usted español?»,... aparecen de forma automática en cualquier mínimo contacto que sirva para romper las barreras que el lenguaje coloca. Pero, ¡un momento! ¿Seguro que habla español? ¿O lo que parla es castellano? ¿Existe realmente alguna diferencia entre ambos términos? Un mar de interrogantes flotan en el aire que transporta las palabras del idioma de Cervantes. ¿Se lo han planteado alguna vez? En ABC.es nos hemos propuesto indagar en un enigma que se remonta a épocas pretéritas.

Fernando Carratalá, catedrático de Lengua y Literatura en el centro Universitario Villanueva y en la Universidad para Mayores, explica la importancia de la historia en el embrión de esta cuestión, «la lenta reconquista de los territorios ocupados por los musulmanes originó la fragmentación de la unidad latinovulgar mantenida por el reino hispanogodo y el surgimiento de cinco dialectos románicos diferentes, que fueron, de oeste a este, el gallego, el leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. De estos cinco dialectos, el leonés y el el aragonés no llegaron a constituirse en lenguas y quedaron relegados a reducidos dominios geográficos ante la expansión de la Reconquista castellana». Por su parte, en los territorios meridionales en los que se implantó el castellano, así como en las islas Canarias, surgieron cuatro variedades dialectales: andaluz, extremeño, murciano y canario.

El castellano se expande de forma masiva durante el reinado de los Reyes Católicos
En el reinado de los Reyes Católicos la lengua castellana se convierte en el vehículo de comunicación de todos los territorios de España, «en razón de su mayor prestigio, se adopta como lengua literaria. Los escritores catalanes y gallegos abandonarán sus lenguas vernáculas, relegadas al ámbito regional y familiar hasta que, a mediados del siglo XIX, renace su cultivo literario», señala Carratalá, colocando un importante paréntesis en la fecha que se produce el descubrimiento de América, «en 1942 quedan abiertas las puertas a la colonización de este continente y, con ella, a la expansión del castellano por un dilatado ámbito geográfico. Y también, en ese mismo año, Elio Antonio de Nebrija publica una Gramática de la lengua castellana, cuyo importante influjo dignificó el castellano hasta el extremo de equipararlo con el latín; y, por otra parte, facilitó el que los pueblos que se fueron incorporando a la monarquía española lo aprendieran».

La importancia de la lengua de Castilla queda refrendada durante la época de Carlos I, cuando en 1536 y tras pronunciar un discurso en Roma ante el papa Paulo III, su corte y los embajadores extranjeros, el monarca replicará al obispo de Mâcon, representante de Francia, quien se quejaba de no comprender bien el mensaje: «Señor obispo, entiéndame si quiere, y no espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana». Carratalá recuerda este hecho y señala que «el papel dominante que desempeña España en la Europa del siglo XVI acrecienta el prestigio de nuestro idioma». Ya en el año 1713 se funda la Real Academia Española de la Lengua, organismo que nace para combatir «los errores con que se halla viciado el idioma español, con la introducción de muchas voces bárbaras e impropias para el uso de la gente discreta».
 
Sinónimos e igual de válidos

Ahora bien, puesto en conocimiento del lector la conformación y el influjo cultural e histórico de nuestra lengua, la duda sigue estando en el aire: ¿español o castellano? He ahí la cuestión. Fernando Plans, profesor de español por la Université de Rennes 2 y autor del Blog de Filología Clásica, aclara que actualmente ambos vocablos son sinónimos e igual de válidos, «las dudas nacen y sobreviven por una cuestión meramente histórica». Por su parte, Carratalá argumenta que desde que el castellano obtiene la consideración de 'idioma nacional', empieza a denominarse lengua española al castellano extendido por todo el territorio hispánico, pero subraya que aún cuando su base sea la antigua lengua de Castilla, si se ha convertido en una coiné ha sido por la continua contribución de hablantes y escritores de todos los rincones de España y de Hispanoamérica.

Carratalá recuerda que la RAE empieza en 1923 a hablar de 'lengua española' para titular tanto su Gramática como su Ortografía y su Diccionario, a pesar que desde su fundación había utilizado el castellano como denominación. «Entendemos que un cierto sentimiento de rechazo hacia la dependencia de la 'antigua metrópoli' ha llevado a algunos hispanoamericanos a preferir referirse a nuestra lengua común con el término castellano, en lugar de español, en lo cual subyace una intencionalidad política y no una cuestión simplemente lingüística».

No obstante, uno de los puntos más controvertidos guarda relación con el hecho de que la Constitución Española establezca el castellano como lengua oficial de España, obviando cualquier otra designación. «Es una mera diferencia forma e incluso política, de respeto entre las lenguas de España. Decir en la Constitución que el idioma oficial es el español supondría que las otras lenguas no lo serían. Se guarda el vocablo original del dialecto del latín, el castellano, y se respeta a las otras lenguas y dialectos», razona Plans.

En la misma línea se mueve Carratalá al analizar las razones, «es evidente que los legisladores, habida cuenta de que en España hay comunidades y regiones que cuentan con idiomas vernáculos, optaron por una redacción en la que el vocablo castellano alude a un idioma que trasciende los límites de Castilla, y que es el fruto histórico del esfuerzo colectivo de españoles -sean o no castellanos- e hispanoamericanos; lo que, por otra parte, y en términos de 'corrección política', no implica discriminación alguna para otras lengua habladas en la Península y que obviamente son también españolas».

viernes, 7 de noviembre de 2014

Seminario sobre Alfonso VIII en Madrid.


José Luis Alonso Ponga • Antropólogo : «Castilla y León son nueve provincias, no existe una identidad común»



[Centro de Estudios Castellanos: Fuente: Adelantado de Segovia: 07-11-2014.]

GUILLERMO HERRERO - SEGOVIA

Profesor de antropología en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, José Luis Alonso Ponga, antropólogo de referencia en Castilla y León, acudió ayer al curso organizado por la UVa y el Instituto de la Cultura Tradicional “Manuel González Herrero”. Allí, en el campus María Zambrano, habló de numerosos asuntos. Lo mismo se mostró cautivado por la fiesta de los cirios de Santa María la Real de Nieva que pidió no rasgarse las vestiduras por el auge de Halloween. Y también dejó un montón de frases dignas de reflexión. He aquí algunas de ellas.

¿Tienen los castellanoleoneses un carácter propio?
—No. Ni existe un carácter castellanoleonés ni existirá nunca, porque no existe ningún carácter identificativo de una nación o de una región. Lo que sí que hay son estereotipos. Pero, a menos que alguien me lo demuestre, yo digo que no existe ningún elemento diferenciador con respecto a otros lugares. Otra cosa son los discursos que se dicen...

—¿Y piensa usted que entre los castellanoleoneses existe un sentimiento de identidad hacia esta tierra?
—No. Castilla y León son nueve provincias, que unos políticos se reunieron y dijeron que tenían que ir juntas. Después, unos historiadores han intentado legitimar esto, pero no hay 
argumentos históricos ni de ningún tipo para justificar que la frontera esté aquí en vez de estar allí. [Castilla y León] es un invento... yo no digo que esté en contra, pero hay que decir las cosas como son. Identidad común no existe. Identidad es cuando un señor de El Bierzo siente que pertenece al mismo ente que uno de Segovia. Castilla y León son nueve provincias, unidas por un centralismo que gestiona la economía.

—¿Qué opina del fenómeno de la globalización?
—La globalización no es nueva. En Europa y en América hay unas tradiciones que son comunes. En el mundo católico las costumbres son iguales en todas partes, ya sea Portugal, España, Francia o Italia... Hacemos las mismas cosas, tenemos los mismos modelos. Lo que sucede es que no queremos darnos cuenta de eso. Si alguien ha tenido verdadero poder para globalizar ha sido la Iglesia Católica, una institución de larga duración, que lleva siglos y siglos predicando las mismas cosas. Y eso acaba calando profundamente.

—¿Ha habido en Castilla y León un desprecio de lo local y un ensalzamiento de lo que venía de fuera?
—En efecto, ha habido un desprecio de lo rural. Y nuestra tierra es rural. Hay que tener en cuenta que muchos estudiosos de esta tierra han sido los primeros que han despreciado lo rural, porque Castilla ha hecho muchos discursos oficialistas, de cultura hegemónica, minusvalorando la cultura popular, que ha quedado, gracias a Dios, salvaguardada por una serie de gente, entre la que estaban los folcloristas... Ese menosprecio se produjo en especial después de la Guerra Civil, tras la caída de la Institución Libre de Enseñanza. Más recientemente, cuando surgieron las comunidades autónomas, la gente empezó a buscar otra vez las señas de identidad, y fueron a su búsqueda al mundo rural, porque creían que las esencias estaban allí.

—¿Está amenazada la cultura tradicional?
—La cultura tradicional ha existido, existe y existirá siempre. Porque la cultura tradicional no la crea el pueblo; el pueblo la asume. La cultura tradicional la crean los que tienen capacidad, primero para crearla y después para imponer sus ideas. A lo largo de la historia podemos encontrar elementos que han pervivido, ahora bien, no significan siempre lo mismo. Por poner un ejemplo, gastronómico, hoy se habla de la cocina tradicional. Pues bien, se seguirá hablando de ella dentro de un siglo, siempre y cuando sigan existiendo las abuelas.

—¿Cuidamos nuestro folclore?
—No, no lo cuidamos. A pesar de que a primera vista parece que hay mucho compromiso. Sería importante empezar a hacer estudios por provincias, pero no nos decidimos a estudiar la realidad. Estamos apegados a un reduccionismo, porque en esta sociedad de la inmediatez comunicativa lo que nos interesa son mensajes cortos que lleguen a todo el mundo.

—¿Cómo está influyendo la despoblación del medio rural en la cultura tradicional?
—De una forma muy importante. En el momento que se traslada una fiesta del día que tradicionalmente era a otra fecha, para que vaya más gente vinculada al pueblo, estamos haciendo una reestructuración muy profunda de todo lo que significa esa fiesta. Si tenemos que celebrar San Antón en verano porque en invierno no hay gente en el pueblo, estamos haciendo una representación que nada tiene que ver con la fiesta. Y la fiesta no es una performance. La fiesta son vivencias de mucha gente. Eso lo he visto en los cirios de Santa María la Real de Nieva, una de las de fiestas más importantes y preciosas que hay en España.

—¿Se atrevería a decir que el principal problema del mundo rural es la despoblación?
—El mayor problema del mundo rural es que dentro de poco no habrá mundo rural. Si hay un pueblo con 200 censados y vas allí y no hay nadie hasta que llega la Cruz de Mayo, y no hay nadie después de la Cruz de Septiembre, ese pueblo está despoblado, aunque las estadísticas digan otra cosa (...) A mí me duele mucho esta situación. Por desgracia, esto empieza a no tener marcha atrás. No se ha estudiado la base del mundo rural. Y además creo que hay una falta de conciencia del problema.