EL ADELANTADO| 3 junio, 2019154
Carlos Arnanz Ruiz (*)
El domingo 26 de septiembre de 2010 y en la sección TRIBUNA de este mismo diario, pudo leerse: “UN HOTEL CENTENARIO: EL RITZ, DE MADRID”. Y a continuación, un artículo firmado por un servidor cuyas primeras palabras eran: “Ha caído en mis manos un magnífico libro de 162 páginas que presenta en la primera de éstas una orla con el siguiente texto: “En el año del centenario de nuestro hotel, nos complace compartir con nuestro colaborador (luego diré el nombre escrito a mano en un espacio a propósito) la historia de estos primeros 100 años del Hotel Ritz. Diciembre de 2009”.
Pues bien, se trataba del libro “HOTEL RITZ MADRID”, co-escrito por Andreas Augustín y Thomas Cane. Y el nombre reseñado en este ejemplar, Rubén Arnanz, el más joven de los empleados, adscrito a la cocina del su restaurante Goya.
Mi artículo hacía referencia, obviamente, al contenido de este libro. Y poco más sobre el citado hotel, buque insignia de la hostelería española cuya inauguración corrió a cargo del rey Alfonso XIII.
Nueve años después y hace tan solo unos días, cae en mis manos el libro “ANCHA ES CASTILLA, nueva cocina castellana”. Lo escribe el joven chef Rubén Arnanz que, desde los tiempos del Ritz, ha pasado por la grata experiencia de haber recibido una estrella Michelín y dos soles Repsol.
Este libro ha sido presentado en Madrid en la Escuela de Hostelería y Turismo Master D. Y como ha generado un amplio despliegue mediático, me hace suponer que falta poco por decir. No obstante, intentaré añadir algo que pueda interesar a los lectores de este diario.
El hecho de ser su autor nieto mío no debe prejuzgar ningún trato de favor. Diré, al respecto, lo que me parezca, dentro de los más estrictos cánones de sinceridad, veracidad y rigor.
Abre este libro un prólogo debido a Martín Berasátegui y David de Jorge, afamados cocineros que no precisan de presentación. Y pasando de largo sobre el preceptivo trato favorable hacia el autor, no dejaré de subrayar las alabanzas que de Segovia y Castilla hacen e incluso, implícitamente de España.
“ANCHA ES CASTILLA, nueva cocina castellana” irrumpe en un momento de creciente interés por cuanto tiene relación con este pilar de la cultura humana de todos los tiempos. Expertos en nutrición estudian precisamente en Segovia durante estos días sus posibilidades de mejora.
El hambre, en cualquier parte del mundo, empaña estas líneas y su erradicación sigue siendo algo más que una asignatura pendiente. Pero debemos volver indefectiblemente al libro, a sus propuestas y a sus recetas.
Existe una arraigada idea de que comer bien es comer mucho. De su lectura se deduce que la cuestión está no en comer mucho, sino mejor. Que es conviente elegir entre calidad y cantidad.
Recordemos que D. Quijote le dijo a Sancho: “Come poco y cena más poco, que la salud del cuerpo se forja en la oficina del estómago”. Ahora lo podemos mejorar de manera saludable, equilibrando proteínas, lípidos, azúcares, hidratos…
De la misma manera que Víctor Hugo nos enseñó que “viajar era nacer y morir a cada paso” la buena comida puede trascender la artesanía. Una buena cultura gastronómica dirige ya sus pasos hacia la DEGUSTACIÓN.
Rubén insiste en la identidad territorial e histórica, en este caso de Castilla. Recuerda que el pan y el vino son ejes de nuestra cultura. “Se anda el camino”, hemos oído decir en numerosas ocasiones. Y nos habla de las propiedades organolépticas de los productos aunando cantidad, calidad y tradición.
Si somos lo que comemos y comemos lo que da nuestra tierra necesariamente tenemos que ser diferentes a los habitantes de otras zonas del globo. Pero hoy en día los inmigrantes traen sus costumbres. Y es fácil, por otro lado, adquirir productos originarios de lejanas tierras.
El chef Arnanz se inclina por la producción local de elaboración lenta, frente a la rápida de modas importadas. Y por otra parte recomienda conocer las recetas de otras culturas cuya variedad nos enriquece. Él mismo lo ha hecho, visitando medio centenar de países en los que come y a veces, cocina.
No entra el autor en detalles sobre la identidad de Castilla. Hay una gran confusión al respecto. Pero no es este el lugar ni el momento adecuado para dar clases de geografía e historia.
La frase popular de Ancha es Castilla se acuñó con el desconocimiento porque Castilla no es ancha, sino larga. Hay más distancia entre Requena y Utiel (hoy en Valencia) y Santander (hoy en Cantabria) que entre Aragón y Extremadura. Pero como también se habla de la trashumancia que llevó la caldereta fuera del país propiamente castellano…
No fueron capaces de acordar entre Cándido López, mesonero mayor de Castilla y Camilo J. Cela, el encumbrar a la alta Castilla como capital de la archidiócesis de su nombre. Aunque pareciera buena la idea, no creo que, después de todo, fuera necesario. Aun quedan objetivos más importantes que alcanzar.
Cumple el autor con su deseo de escribir lo que cocina. Y ofrece a quien lea el libro 120 recetas. Hay una que titula “La pera bella Fuensanta”. Es una creación en honor de su abuela Fuensanta, fallecida al día siguiente de verse agraciado con la estrella Michelín.
“ANCHA ES CASTILLLA” invita, pues, a escuchar un canto a la cultura de la buena mesa y la alimentación, con un santuario levantado en el corazón de la vieja Segovia.
——
(*) Académico Honorario de San Quirce.
viernes, 30 de agosto de 2019
sábado, 24 de agosto de 2019
DECLARACIÓN DEL SIMPOSIO. Tiermes – Caracena - Tarancueña, 9 de Agosto 2019
DECLARACIÓN DEL SIMPOSIO.
Tiermes – Caracena - Tarancueña, 9 de Agosto 2019
El
Centro de Estudios Castellanos ha celebrado este Simposio bajo el título: HACE
100 AÑOS: REGIONALISMO EN CASTILLA, en
el Yacimiento Arqueológico de la ciudad
celtíbero-romana de Tiermes y en la Villa de Caracena, cabeza de una Comunidad
de Villa y Tierra, uno de los territorios más despoblados de la España despoblada. Lo ha hecho
recordando la memoria de Luis Carretero y Nieva, al cumplirse el Centenario de la composición de
su libro sobre “la Cuestión Regional de Castilla la Vieja – El regionalismo
Castellano” en la aldea de Tarancueña,
en 1917, y que es considerado el
Padre del Regionalismo Castellano; haciendo memoria, igualmente, de los
trabajos posteriores de su hijo Anselmo Carretero Jiménez y Manuel González
Herrero que continuaron su pensamiento.
La
mirada al Regionalismo de cien años atrás, al proceso de formación de la España
de las Autonomías y al momento actual, nos lleva a afirmar:
1.
La necesidad de luchar por la recuperación cultural, cívica y material del
pueblo castellano; el reconocimiento, afirmación y desarrollo de la
personalidad de Castilla como entidad colectiva – toda y sola Castilla - en el
conjunto de los pueblos de España. Seguimos pensando que fue un error y una
injusticia la creación de Comunidades como Castilla y León y Castilla-La Mancha, que no respetan la
identidad y unidad de Castilla, y que han provocado que Cantabria, La Rioja y
Madrid formaran su propia Comunidad Autónoma; y que las otras provincias
Castellanas fueran anexionadas unas al
Reino de León y otras al de Toledo-La Mancha, quedando así, Castilla,
dividida en cinco trozos.
2.
Han pasado más de treinta años de la España de las
Autonomías, y es tiempo de revisar para ver lo que se hizo mal, corregir
excesos de los nacionalismos cada vez más en el resbaladero del separatismo, y
buscar un mejor equilibrio entre la legítima afirmación de la propia identidad
y la necesaria solidaridad en la unidad de España.
En el momento actual, se levantan voces clamando por la revisión del Estado
Autonómico. Piden estas voces: “reordenar el modelo autonómico” y “evitar la
destrucción de la unidad estatal”. Y esto, no sólo por necesidad económica,
sino por la propia supervivencia de nuestra democracia que necesita conjugar
mejor los principios de autonomía y solidaridad, y salvaguardar la libertad y
los derechos de todos. Nuestra Autonomía de Castilla y León no ha solucionado
los problemas de las provincias más pobres y despobladas, sino que nos ha traído
un nuevo centralismo son sede en Valladolid.
3.
Se oye hablar de suprimir las Diputaciones. Por el
contrario, desde Soria y desde el estudio de nuestra identidad castellana,
nosotros pensamos que en Castilla la mejor solución al centralismo hubiera sido
– y puede ser en el futuro, tras una revisión del Estado de las Autonomías -
una unión o federación de Diputaciones. Las Diputaciones son imprescindibles en
un territorio en el que los municipios apenas si tienen una mínima capacidad de gestión por si mismos
y en donde la Corporación Provincial se constituye en la práctica, en el
Ayuntamiento de todos los Ayuntamientos de su provincia. No en vano, el
Presidente y los Diputados tienen que ser, por imperativo legal, necesariamente
Alcaldes o Concejales de sus respectivos municipios.
Otras cuestiones de no menor importancia nos llevan a mantenernos firmes en
su defensa, porque las provincias actuales, con sus Diputaciones, cumplen actualmente una función
vital, como elemento de compensación territorial para equilibrar la acción
disgregadora de las Comunidades Autónomas. Frente a éstas que tienden a
profundizar en aquello que nos diferencia y persiguen resquebrajar finalmente
el Estado, las provincias y las Diputaciones con ellas, siguen manifestándose
fieles al todo en el que están integradas y al Estado del que forman parte desde su formación
en el año 1833. No existe vocación separadora en las provincias, por el
contrario sirven al Estado con la clara intención de cohesionarle, como siempre
han hecho. Son los nudos más sólidos de la red estatal. Si se quiere descoser
finalmente la nación española el mejor procedimiento sería el de eliminar la
provincia como división territorial y con ello su función mediadora y de
contrapeso al mayor empuje disgregador,
si no secesionista, de las Comunidades Autónomas actuales.
4.
Se ha cumplido también, en este año, el centenario de
la redacción de las Bases de Segovia, que fueron aprobadas en esa ciudad el día
25 de enero de 1919, por los representantes de las Diputaciones Provinciales de
Ávila, Burgos, Logroño, Santander, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora. En ella
se declaraba su oposición a que ninguna
región obtuviese cualquier tipo de autonomía que mermase la soberanía española.
Pero también en aquellos acuerdos se clamaba, al mismo tiempo, por la
descentralización económica y administrativa a favor de los municipios y de las
provincias. De esta manera se introdujeron en su redacción, fórmulas que
garantizaban el derecho a la autonomía municipal, provincial y regional. Por
ello, con ocasión de conmemorarse dicha efeméride y en consonancia con el
espíritu inspirador de aquellas Bases, el Centro de Estudios Castellanos
considera necesaria la aplicación del principio de subsidiariedad,
como consecuencia inmediata, además de
los de descentralización, desconcentración y coordinación establecidos en el
articulo 103.1 de la Constitución, para que los servicios públicos sean
prestados de forma autónoma por las Administraciones más cercanas a los
ciudadanos, traspasándose para ello las competencias y recursos que fueren
necesarios. Especialmente, demandamos el uso de las Diputaciones Provinciales
como elementos de ejecución de las políticas implantadas por las Comunidades
Autónomas, como así se aconsejaba en el Informe de los Expertos de mayo de
1981.
5.
Hemos celebrado este Simposio en uno de los
territorios más desiertos de la desertizada provincia de Soria. La división
provincial actual se
creó al servicio del centralismo del Estado, y trajo consigo la desaparición de la
histórica organización territorial castellana, en Comunidades de Villa y Tierra
y Merindades, la mejor
representación de nuestra identidad
socio-económica y cultural.
Fueron estas comunidades el instrumento político, jurisdiccional, económico
y social, en que se apoyó la ingente tarea de repoblar y colonizar los territorios
reconquistados al Islam. Las que en otro tiempo fueron baluartes fundamentales
de la Castilla histórica son hoy meras agrupaciones residuales, que han perdido
aquel significado político, quedando limitadas a la administración de sus bienes,
aquellas que han mantenido algo de su extenso patrimonio común.
Sin embargo, algo queda en las poblaciones integradas en sus antiguos
territorios: sus habitantes han heredado del pasado ese carácter solidario que
otorga la utilización de los bienes comunales, aquellos que son de todos porque
a todos han pertenecido y todos tienen el mismo derecho a su aprovechamiento y a
su disfrute. Es el nexo común que ha unido a los castellanos de cualquier época. Es el espíritu colectivo de
pertenencia a un pueblo, ahormado por el
recuerdo subconsciente del paso de la historia que jamás podrán arrebatarle y
que se resume en el conocido aforismo de que “nadie es más que nadie”.
6. Desde el Centro de Estudios Castellanos, pretendemos recuperar este
espíritu solidario y comunero, que aún pervive en las viejas Comunidades y
creemos necesaria su recuperación para que participen en la vida política y
social de la Castilla que añoramos y en la que creemos, como el baluarte más sólido
de su historia y referencia de lo que no deberíamos dejarnos arrebatar. Por
ello nos preguntamos ¿Cuál podría ser el papel actualizado de estas añejas
instituciones? ¿Ubicadas en un escalón
intermedio entre los Ayuntamientos y las Diputaciones?
Respetando esta premisa, se las debería dotar de las infraestructuras y de los
recursos adecuados, para que retornaran a su seno aquellos usos y costumbres
democráticos que constituyeron sus señas de identidad más reconocibles. No
debería desdeñarse la utilidad de las Comunidades de Villa y Tierra y Merindades castellanas, como organización territorial
histórica, en la lucha contra el mal de la despoblación que asola a la
mayor parte de Castilla. La propia Constitución
Española de 1978, en su Título VIII, plantea la posibilidad de crear
agrupaciones de Municipios, distintos a la Provincia, mencionando incluso el régimen
de “concejo abierto”, tan arraigado en Castilla.
7.
Desde el Centro de Estudios Castellanos, exigimos que
todas las Administraciones públicas aúnen esfuerzos para estudiar las
soluciones que puedan ponerse en práctica, no ya para luchar contra la
despoblación de Castilla, que es una batalla posiblemente ya perdida, al
haberse convertido en un hecho consumado, sino para implantar nuevas y dinámicas
políticas que fomenten una nueva repoblación de los pueblos castellanos. ¿La
tercera repoblación de la historia? Alguna de las medidas utilizadas en el
pasado podrían ser efectivas en el presente, como fue por ejemplo, la dispensa
en el pechar de los antiguos repobladores, lo que hoy vendría a ser el
establecimiento de beneficios fiscales para los nuevos moradores.
8.
Por último y como conclusión, en el Centro de Estudios
Castellanos nos reafirmamos en que lo que Castilla precisa es recuperar la
esencia de su historia y reagrupar todos aquellos territorios que siempre han
formado parte integradora de su ser. Recuperar la antigua Castilla, unida,
foral y comunera, sería el mejor servicio que podría prestarse a la nación
española. Sirva el ejemplo de Segovia, como último baluarte en la defensa de la
genuina personalidad castellana que se vio forzada a participar en una
autonomía en la que no creía porque se desnaturalizaba la esencia de Castilla,
herida en el alma al comprobar cómo se aventaban sus despojos territoriales a
los cuatro vientos. Recuperar todo lo que hace más de treinta y cinco años se
perdió. Madrid incluido, - sin que obste que la
ciudad tenga su Carta de Capitalidad-
que debería convertirse en la locomotora de la Castilla del
norte y del sur de la cordillera central, y en el bastión más sólido de la
unidad de los pueblos que integran la nación española.
domingo, 11 de agosto de 2019
viernes, 9 de agosto de 2019
sábado, 3 de agosto de 2019
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