Por Emilio Jorrín.
Glosas Emilianenses
A modo de introducción en este
tema de verdadera importancia y trascendencia indico seguidamente que en el
pueblo de San Millán de la Cogolla, un pequeño pueblo riojano, se guardan en sus cenobios las Glosas
Emilianenses, las primeras palabras escritas en castellano.
Reflejo también el texto recogido en la enciclopedia Wikipedia, que dice:
En torno a este pueblo de San Millán, se sitúan los
monasterios de Suso y Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en 1997. San Millán
vivió por aquellos recónditos
parajes, en pleno valle del río
Cárdena, a pie de la Sierra de la Demanda, lleno de robledales, brezos y retamas, en la zona
que ocupa el Monasterio de Suso, situado en la parte alta.
Reflejo también el texto recogido en la enciclopedia Wikipedia, que dice:
“Las Glosas
Emilianenses son pequeñas anotaciones manuscritas a un códice en latín,
realizadas en varias lenguas: entre ellas el propio latín, un
romance hispánico (bien español
medieval con rasgos riojanos,
bien navarro-aragonés en su variedad riojana12) y euskera. Se encuentran entre las líneas del texto
principal y en los márgenes de algunos pasajes del códice Aemilianensis 60 a finales del siglo X o a
principios del siglo XI. La intención del monje copista era probablemente la de
aclarar el significado de algunos pasajes del texto latino.
Hacia el
1.040, un monje de San Millán hizo una aclaración al margen de un texto, ya en
castellano antiguo, en lugar del latín. Fue el primer chispazo escrito de una
lengua de origen latino, con resonancias sonoras vascas, que habría de dar
gloria a la literatura universal.
Página
72 del Códice Emilianense 60
(que se encuentra hoy día en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia).
En ella puede apreciarse el texto de una homilía en latín a la que el monje
copista hizo sus propias anotaciones (glosas) en navarro-aragonés entre líneas
y al margen del texto
La importancia filológica de estas glosas, que no fue advertida hasta el siglo XX, es la de contener el testimonio escrito más temprano del que se tenía noticia hasta entonces, en forma arcaica, pero claramente reconocible, de un romance hablado en el área actual del idioma español; al parecer, era la lengua vernácula hablada por entonces en la zona, a pesar del predominio del latín en muchos ámbitos cultos y registros escritos. De las Glosas Emilianenses, que suman más de mil en total, unas cien están en ese romance riojano y poseen el interés añadido de incluir dos anotaciones en euskera, siendo este el primer testimonio escrito conocido, no epigráfico, en dicha lengua.
El nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra. Su valor se descubrió en 1911, cuando Manuel Gómez-Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, transcribió todas las glosas, alrededor de mil, y las envió a Ramón Menéndez Pidal.
San Millán de la Cogolla (y La Rioja por extensión) reciben a menudo el sobrenombre de «cuna del castellano» gracias a ellas; no obstante, varios autores sostienen que las glosas no están escritas exactamente en un castellano antiguo, sino en navarro-aragonés3 en su variedad riojana. A día de hoy se han encontrado algunos textos más antiguos que pueden considerarse protocastellanos; el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (ILCYL),4 dató los Cartularios de Valpuesta junto con la Nodicia de Kesos, como algunos de los registros con rasgos de las lenguas castellana y leonesa más antiguos que se conocen.567 En noviembre de 2010, la Real Academia Española avaló los cartularios, escritos en «una lengua latina asaltada por una lengua viva», como los primeros documentos en los que aparecen palabras escritas en castellano, anteriores a las Glosas Emilianenses. Sin embargo, la diferencia más destacable entre estos dos documentos y las Glosas Emilianenses, es que las glosas presentan estructura gramatical romance, algo que no se da en los Cartularios de Valpuesta y la Nodicia de Kesos, los cuales son textos escritos en latín y de gramática latina en los que se incluyen algunas palabras romances. Por tanto, las Glosas Emlianenses son los textos en romance ibérico (del área geográfica actual de lengua castellana) más antiguos de los que se tiene noticia, en los que están presentes todos los niveles lingüísticos”.
Recientemente, Gregory Kaplan, filólogo norteamericano, director del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras Modernas de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos asegura que la cuna del idioma castellano hay que situarla, en las ermitas rupestres de Valderredible,Kaplan,sostiene su teoría en su libro «El culto de San Millán en Valderredible», publicado en colaboración con la Consejería de Cultura de Cantabria .Sostiene Kaplan que Gonzalo de Berceo en su libro «Vida de San Millán de la Cogolla», basado en otra anterior de San Braulio, obispo de Zaragoza, suprimió ciertos pasajes en los que se relacionaba a San Millán con Valderredible y potenció otros que lo vinculaban a San Millán de la Cogolla.El estudio asegura que San Millán, pasó los últimos años de su larga vida (474-574) en Santa María de Valverde y que allí fue donde se fraguó el castellano como una lengua romance a partir de la vulgarización del latín.
La importancia filológica de estas glosas, que no fue advertida hasta el siglo XX, es la de contener el testimonio escrito más temprano del que se tenía noticia hasta entonces, en forma arcaica, pero claramente reconocible, de un romance hablado en el área actual del idioma español; al parecer, era la lengua vernácula hablada por entonces en la zona, a pesar del predominio del latín en muchos ámbitos cultos y registros escritos. De las Glosas Emilianenses, que suman más de mil en total, unas cien están en ese romance riojano y poseen el interés añadido de incluir dos anotaciones en euskera, siendo este el primer testimonio escrito conocido, no epigráfico, en dicha lengua.
El nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra. Su valor se descubrió en 1911, cuando Manuel Gómez-Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, transcribió todas las glosas, alrededor de mil, y las envió a Ramón Menéndez Pidal.
San Millán de la Cogolla (y La Rioja por extensión) reciben a menudo el sobrenombre de «cuna del castellano» gracias a ellas; no obstante, varios autores sostienen que las glosas no están escritas exactamente en un castellano antiguo, sino en navarro-aragonés3 en su variedad riojana. A día de hoy se han encontrado algunos textos más antiguos que pueden considerarse protocastellanos; el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (ILCYL),4 dató los Cartularios de Valpuesta junto con la Nodicia de Kesos, como algunos de los registros con rasgos de las lenguas castellana y leonesa más antiguos que se conocen.567 En noviembre de 2010, la Real Academia Española avaló los cartularios, escritos en «una lengua latina asaltada por una lengua viva», como los primeros documentos en los que aparecen palabras escritas en castellano, anteriores a las Glosas Emilianenses. Sin embargo, la diferencia más destacable entre estos dos documentos y las Glosas Emilianenses, es que las glosas presentan estructura gramatical romance, algo que no se da en los Cartularios de Valpuesta y la Nodicia de Kesos, los cuales son textos escritos en latín y de gramática latina en los que se incluyen algunas palabras romances. Por tanto, las Glosas Emlianenses son los textos en romance ibérico (del área geográfica actual de lengua castellana) más antiguos de los que se tiene noticia, en los que están presentes todos los niveles lingüísticos”.
Recientemente, Gregory Kaplan, filólogo norteamericano, director del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras Modernas de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos asegura que la cuna del idioma castellano hay que situarla, en las ermitas rupestres de Valderredible,Kaplan,sostiene su teoría en su libro «El culto de San Millán en Valderredible», publicado en colaboración con la Consejería de Cultura de Cantabria .Sostiene Kaplan que Gonzalo de Berceo en su libro «Vida de San Millán de la Cogolla», basado en otra anterior de San Braulio, obispo de Zaragoza, suprimió ciertos pasajes en los que se relacionaba a San Millán con Valderredible y potenció otros que lo vinculaban a San Millán de la Cogolla.El estudio asegura que San Millán, pasó los últimos años de su larga vida (474-574) en Santa María de Valverde y que allí fue donde se fraguó el castellano como una lengua romance a partir de la vulgarización del latín.
La huella del santo eremita en
la Vieja Cantabria, queda bien de manifiesto también por una serie de milagros
que en esa tierra efectuó el santo ermitaño
En el siglo VI, antes de la caída de
los cántabros en Amaya ante las tropas visigodas de Leovigildo, San Millán ya
dedicaba su vida a la evangelización cristiana en Valderredible utilizando
cavidades excavadas en roca como eremitorios rupestres. Según se indica en los
textos de San Braulio que describen la vida de San Millán, éste tenía un gran
número de seguidores y gentes que se desplazaban hasta su presencia por la fama
de sus milagros.
Indica Gregory Kaplan basándose en
los textos de San Braulio, que San Millán pudo morir en Valderredible y sus
restos permanecer en un oratorio rupestre hasta ser trasladados en una fecha
anterior al siglo X en que se constata la presencia de éstos en el Monasterio
riojano.
Estas investigaciones, según Kaplan,
pueden dar un vuelco a la historia puesto que basándose en datos históricos se
refuerza la hipótesis sobre de la vinculación de San Millán a Valderredible y
su influencia en la proliferación de iglesias rupestres y la peregrinación
cristiana desde el siglo VI. La gran importancia de estas peregrinaciones y
continuo avance de la cristianización tras la muerte de San Millán que
prácticamente coincide con la invasión visigoda le confieren una importancia histórica
a Valderredible.
Vincula la proliferación de
las iglesias rupestres de la zona a su presencia y, tras su muerte en alguno de
estos santuarios, a su culto hasta mediados del siglo VII. Este sería el origen
de las primeras rutas de peregrinación del cristianismo primitivo en España, la
“Ruta Románica”, que posteriormente pasaría a formar parte del “Camino de
Santiago”, cuyo origen se remonta al siglo IX con la aparición, en Compostela,
de la tumba del apóstol.
El autor no descarta
trasladar el origen del castellano a
esta zona del alto Ebro y a unos siglos más tempranos a la aparición de los
primeros documentos escritos en las conocidas como glosas emilianenses. Esos
manuscritos son de principios del siglo IX, cuando se fundó el monasterio de
Cogolla a base del traslado de los restos de Millán. Las iglesias rupestres de
Valderredible habían formado ya un foco de peregrinaje tres siglos antes, y es de suponer que la lengua que se hablaba
allí entre el año 650 y principios del siglo X (más o menos el año 930) era ya el castellano primitivo.
Kaplan: “Lo teorizó porque sabemos por los
llamados juramentos de Estrasburgo (Francia) que el francés ya se hablaba a
principios del siglo IX, y es de suponer que en Valderredible, que era un foco
relevante de peregrinaje entonces (antes de que naciera el monasterio de La
Cogolla), se hubiera hablado el castellano primitivo”.El Gobierno
de Cantabria ha trasladado al Ayuntamiento de Valderredible su disposición de
apoyar el proyecto para la ejecución de un centro de interpretación sobre el
origen del castellano y el arte rupestre, ubicado en la localidad de San Andrés
de Valdelomar. El cual, serviría además, para promocionar la riqueza en arte
rupestre del Valle, un "activo único en Europa" que el municipio
quiere que sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
VALDERREDIBLE, es un valle de la Merindad de Campoo, situado
al sur de Cantabria, lindante con las provincias de Burgos y Palencia, surcado
por el río Ebro.
Lugar
de frecuente visita por el ermitaño San Millán y que dejara amplia huella por
aquellas tierras y que sus seguidores años más tarde dejaron constancia con la
construcción de un buen número de iglesias rupestres.
Compuesto por 51 pueblos con
historia propia: Allén del Hoyo, Arantiones, Arenillas de Ebro, Arroyuelos,
Bárcena de Ebro, Bustillo del Monte, Cadalso, Campo de Ebro, Castrillo de
Valdelomar, Cejancas, Coroneles, Cubillo de Ebro, Espinosa de Bricia, La Puente
del Valle, La Serna de Ebro, Loma Somera, Montecillo, Navamuel, Otero del
Monte, La Población de Abajo, La Población de Arriba, Polientes (la capital),
Quintanasolmo, Quintanilla de An, Quintanilla de Rucandio, Rasgada, Rebollar de
Ebro, Renedo de Bricia, Repudio, Revelillas, Riopanero, Rocamundo, Ruanales,
Rucandio, Ruerrero, Ruijas, Salcedo, San Andrés de Valdelomar, San Cristóbal
del Monte, San Martín de Elines, San Martín de Valdelomar, Santa María de Hito,
Santa María de Valverde, Sobrepenilla, Sobrepeña, Soto Rucandio, Susilla,
Villaescusa de Ebro, Villamoñico, Villanueva de la Nía, Villaverde de Hito y
Villota de Elines.
Es
el municipio más extenso de Cantabria. Surcado por varios ríos, siendo el Ebro
el más importante y del que deriva su nombre: Val de Ripa Hibre (Valle del río
Ebro).
Sus
primeras referencias escritas datan del s. X. Fue repoblado desde el sur tras
la invasión árabe y misionado por monjes visigodos.
En
el siglo XV, fue una de las siete Hermandades de la Merindad Mayor de Campoo,
de la que se segregó en 1.635. En 1.835, formó un único Ayuntamiento.
Cuenta
el municipio con parajes naturales de extraordinaria belleza y de un valor
ecológico importante, como el Monte Hijedo, la Aliseda de Riopanero, el
Robledal de Bustillo del Monte...etc.
Dispone
también de una magnífica colección de iglesias rupestres y múltiples ejemplares
del románico, entre los que destaca la Colegiata de San Martín de Elines.
Es
frecuente en sus pueblos una buena arquitectura rural, con una estructura
tradicional, es decir, con la iglesia, la taberna, la bolera, la fuente y el
pilón, la casa concejo...
A
nivel popular se le conoce como “El Valle”, y a sus habitantes “vallucos” si
habitan en la zona baja, en las vegas del Ebro, con su fama de buenas patatas,
y “matorrizos” a los habitantes de la zona alta, llena de buenos bosques.
Son
de gran interés turístico y cultural las rutas: Ruta del románico; ruta de las
iglesias rupestres; ruta de los rebollos centenarios.
Dentro
de la crónica política y social, fue destacable el hecho de que cuando los
hombres se iban a otras tierras a trabajar como “abañadores”, las mujeres se
hacían cargo de la administración de los pueblos correspondientes.
IGLESIAS RUPESTRES.
El
patrimonio de las iglesias rupestres de Valderredible y su entorno, por sus
características, magnitud, singularidad en origen e importancia histórica
supone el mayor y más impresionante conjunto rupestre de la Península Ibérica.
En cuanto al origen de las iglesias
rupestres de Valderredible, tradicionalmente se creía que eran pequeñas cuevas
ocupadas por ermitaños desde la época de dominio musulmán y se mostraban los
arcos de herradura como ejemplo de influencia mozárabe. Sin embargo, desde hace
algunos años los investigadores han prestado especial atención a su gran
importancia histórica y en sucesivos estudios se han ido catalogado y estudiado
en profundidad gracias a personas como González Echegaray, García Guinea,
Iñiguez, Monreal, Carrión Irún, Madariaga, Bolado Gutiérrez, la Universidad de
Cantabria, Julián Berzosa y Gregory Kaplan.
Actualmente parece claro que el
origen de los eremitorios rupestres de Valderredible es de época visigoda,
desde los inicios de las corrientes evangelizadoras del cristianismo en
Cantabria. Esto es conforme con los nuevos estudios de la Universidad de
Cantabria y con las investigaciones de Gregory Kaplan, donde un detallado
informe de las medidas de los arcos presentes en las iglesias rupestres
demuestra sin lugar a dudas que concuerdan con las dimensiones de arcos de
herradura visigodos.
Cadalso
Cadalso
La iglesia rupestre se encuentra próxima
al pueblo de Cadalso. La iglesia esta
normalmente cerrada pero se puede ver
bastante bien a través de las rejas de la puerta y ventanas
Santa Maria de
Valverde
La
llamada catedral de las rupestres
Se encuentra junto al
pueblo de Santa María de Valverde (Valderredible) junto al nuevo Centro de
Interpretación del Rupestre. Está excavada directamente sobre la roca arenisca y tras sucesivas
ampliaciones hoy acoge a una iglesia abierta al culto de 18 por 10 metros de
superficie. En el interior, muy irregular, destaca la talla polícroma de una Virgen
amamantando al Niño, y en el exterior una gran espadaña del siglo XII.
cAMPO DE EBRO
VILLASCUSA DE EBRO
Es el último pueblo de
Cantabria que baña el Ebro. En él se halla el antiguo poblado de San Andrés; en
el lugar conocido como El Tobazo, hay tres cuevas, una de las cuales es una
iglesia rupestre.