viernes, 7 de noviembre de 2014

José Luis Alonso Ponga • Antropólogo : «Castilla y León son nueve provincias, no existe una identidad común»



[Centro de Estudios Castellanos: Fuente: Adelantado de Segovia: 07-11-2014.]

GUILLERMO HERRERO - SEGOVIA

Profesor de antropología en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, José Luis Alonso Ponga, antropólogo de referencia en Castilla y León, acudió ayer al curso organizado por la UVa y el Instituto de la Cultura Tradicional “Manuel González Herrero”. Allí, en el campus María Zambrano, habló de numerosos asuntos. Lo mismo se mostró cautivado por la fiesta de los cirios de Santa María la Real de Nieva que pidió no rasgarse las vestiduras por el auge de Halloween. Y también dejó un montón de frases dignas de reflexión. He aquí algunas de ellas.

¿Tienen los castellanoleoneses un carácter propio?
—No. Ni existe un carácter castellanoleonés ni existirá nunca, porque no existe ningún carácter identificativo de una nación o de una región. Lo que sí que hay son estereotipos. Pero, a menos que alguien me lo demuestre, yo digo que no existe ningún elemento diferenciador con respecto a otros lugares. Otra cosa son los discursos que se dicen...

—¿Y piensa usted que entre los castellanoleoneses existe un sentimiento de identidad hacia esta tierra?
—No. Castilla y León son nueve provincias, que unos políticos se reunieron y dijeron que tenían que ir juntas. Después, unos historiadores han intentado legitimar esto, pero no hay 
argumentos históricos ni de ningún tipo para justificar que la frontera esté aquí en vez de estar allí. [Castilla y León] es un invento... yo no digo que esté en contra, pero hay que decir las cosas como son. Identidad común no existe. Identidad es cuando un señor de El Bierzo siente que pertenece al mismo ente que uno de Segovia. Castilla y León son nueve provincias, unidas por un centralismo que gestiona la economía.

—¿Qué opina del fenómeno de la globalización?
—La globalización no es nueva. En Europa y en América hay unas tradiciones que son comunes. En el mundo católico las costumbres son iguales en todas partes, ya sea Portugal, España, Francia o Italia... Hacemos las mismas cosas, tenemos los mismos modelos. Lo que sucede es que no queremos darnos cuenta de eso. Si alguien ha tenido verdadero poder para globalizar ha sido la Iglesia Católica, una institución de larga duración, que lleva siglos y siglos predicando las mismas cosas. Y eso acaba calando profundamente.

—¿Ha habido en Castilla y León un desprecio de lo local y un ensalzamiento de lo que venía de fuera?
—En efecto, ha habido un desprecio de lo rural. Y nuestra tierra es rural. Hay que tener en cuenta que muchos estudiosos de esta tierra han sido los primeros que han despreciado lo rural, porque Castilla ha hecho muchos discursos oficialistas, de cultura hegemónica, minusvalorando la cultura popular, que ha quedado, gracias a Dios, salvaguardada por una serie de gente, entre la que estaban los folcloristas... Ese menosprecio se produjo en especial después de la Guerra Civil, tras la caída de la Institución Libre de Enseñanza. Más recientemente, cuando surgieron las comunidades autónomas, la gente empezó a buscar otra vez las señas de identidad, y fueron a su búsqueda al mundo rural, porque creían que las esencias estaban allí.

—¿Está amenazada la cultura tradicional?
—La cultura tradicional ha existido, existe y existirá siempre. Porque la cultura tradicional no la crea el pueblo; el pueblo la asume. La cultura tradicional la crean los que tienen capacidad, primero para crearla y después para imponer sus ideas. A lo largo de la historia podemos encontrar elementos que han pervivido, ahora bien, no significan siempre lo mismo. Por poner un ejemplo, gastronómico, hoy se habla de la cocina tradicional. Pues bien, se seguirá hablando de ella dentro de un siglo, siempre y cuando sigan existiendo las abuelas.

—¿Cuidamos nuestro folclore?
—No, no lo cuidamos. A pesar de que a primera vista parece que hay mucho compromiso. Sería importante empezar a hacer estudios por provincias, pero no nos decidimos a estudiar la realidad. Estamos apegados a un reduccionismo, porque en esta sociedad de la inmediatez comunicativa lo que nos interesa son mensajes cortos que lleguen a todo el mundo.

—¿Cómo está influyendo la despoblación del medio rural en la cultura tradicional?
—De una forma muy importante. En el momento que se traslada una fiesta del día que tradicionalmente era a otra fecha, para que vaya más gente vinculada al pueblo, estamos haciendo una reestructuración muy profunda de todo lo que significa esa fiesta. Si tenemos que celebrar San Antón en verano porque en invierno no hay gente en el pueblo, estamos haciendo una representación que nada tiene que ver con la fiesta. Y la fiesta no es una performance. La fiesta son vivencias de mucha gente. Eso lo he visto en los cirios de Santa María la Real de Nieva, una de las de fiestas más importantes y preciosas que hay en España.

—¿Se atrevería a decir que el principal problema del mundo rural es la despoblación?
—El mayor problema del mundo rural es que dentro de poco no habrá mundo rural. Si hay un pueblo con 200 censados y vas allí y no hay nadie hasta que llega la Cruz de Mayo, y no hay nadie después de la Cruz de Septiembre, ese pueblo está despoblado, aunque las estadísticas digan otra cosa (...) A mí me duele mucho esta situación. Por desgracia, esto empieza a no tener marcha atrás. No se ha estudiado la base del mundo rural. Y además creo que hay una falta de conciencia del problema.


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